domingo, 13 de febrero de 2011

REFLEXIÓN SOBRE MI PRÁCTICA DOCENTE EN LA HISTORIA

            Confieso que para mí, la historia no ha sido la materia más sencilla de llevar.  Desde estudiante, me fue muy difícil aprender historia.  De hecho, era la que me provocaba mayor flojera y aburrimiento.  Mis primeras experiencias no fueron buenas.

            Nunca fui mala estudiante, por el contrario, solía ser dedicada y responsable siempre en mis tareas y deberes escolares, sin embargo, podía comprender con facilidad cualquier materia con un poco de empeño, pero historia era la excepción.   Recuerdo las clases eternas de leer, subrayar, resolver cuestionarios, aprenderlos de memoria, con todas esas fechas, lugares, personajes, tantas cosas memorizadas que me provocaban repulsión hacia la materia. 

            Durante la secundaria, mi maestro de historia era un señor ya mayor, hablaba con un tono de voz muy bajito, leía la información de los libros de texto, nos contaba la historia también oralmente, pero sin expresión alguna, hablaba por largo tiempo y después nos pedía entregarle resúmenes de lo que había contado y de la lección del libro.  No dudo en ningún momento de los conocimientos históricos y su sabiduría del maestro, sin embargo, hasta entonces yo no le encontraba aún el sabor a la historia.

            Pasando a la preparatoria, tuve al mejor maestro de historia en mi vida.  Era también un señor mayor, llegaba y se sentaba, ponía sus codos sobre el escritorio y empezaba a hablar.  Nos contaba la historia como película de ciencia ficción, como si fuera una telenovela o como él mismo decía, cual cine de vaqueros.  Hablaba fuerte, explicaba haciendo modulación en su voz para interpretar los tonos de voces de los personajes a los que se refería, manoteaba, se enojaba, preguntaba y se respondía a la vez, susurraba y de repente gritaba y golpeaba el escritorio, hacía sonidos de balazos, de caballos, de truenos, de lluvia, de todo lo que fuera necesario.  Todo esto mientras contaba algún episodio de la historia de México.  Describía personajes, lugares, situaciones con una precisión y claridad enorme, hacía que todos nos fuéramos imaginando cada uno de los detalles que nos iba contando.  Puedo decir que fue hasta entonces que empecé a tomarle sabor a esa materia que tantas veces y durante tanto tiempo me había hecho realmente sufrir.

            Siempre, desde niña, quise ser maestra.  Estudié la Licenciatura en Educación Primaria y ahora venía el reto mayor.  A partir de mis experiencias como estudiante de historia, ¿cómo iba yo a enseñar historia a mis alumnos?

            Se de la importancia de aprender historia, se que es necesario conocerla y comprenderla para entender la situación actual de nuestro país y del mundo.  Pero también se que para poder aprenderla mejor es indispensable despertar el interés de los alumnos en su estudio e inculcarles el gusto por ella.

            Algunas de las estrategias y métodos que utilizo para la enseñanza de la misma son la investigación de los propios alumnos, el análisis de biografías de personajes, representaciones a manera de dramatización, la línea del tiempo, organizadores gráficos, historietas, debates, guión radiofónico, SQA, entre otros.  Con esto es posible la transversalidad con otras materias.  Por supuesto que también la lectura guiada y comentada que se ha utilizado desde siempre y los cuestionarios pero a manera de rescate de ideas o datos importantes, también elaborados por los mismos alumnos para que entre ellos los resuelvan.  Los resúmenes a partir de las ideas principales no dejan de ser una herramienta importante para el análisis de información. 

            Desgraciadamente, el material didáctico y de apoyo con el que contamos en muchas de nuestras escuelas no es suficiente, ni el adecuado.  Puedo mencionar que tenemos el libro del alumno y el Enciclomedia que la mayoría de las veces se encuentra en muy malas condiciones e incluso llega a ser inutilizable.  Este último, es una herramienta excelente que nos permite mostrar a los alumnos imágenes y videos que le ayudan a clarificar sus ideas y conceptos en relación a la historia.  Podemos usarla también para presentar películas y presentaciones en PowerPoint ya sea elaboradas por mí como maestra o por los mismos alumnos para exponer clase.

            Reconozco que no he logrado ser la mejor maestra de historia que mis alumnos puedan tener, sin embargo, para eso estoy aquí, tomando este curso de Metodologías para el aprendizaje de la Historia, que estoy segura me ayudará a mejorar en todos los sentidos mi práctica docente.  Me encuentro con la mejor disposición de intentar, equivocarme, volver a hacerlo y sobre todo aprender, por mí y por mis alumnos.

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